Este fin de semana muchos medios de comunicación se han hecho eco de la noticia del ataque sufrido por varias personas supuestamente por abejas en la localidad toledana de Méntrida. Muchos apicultores experimentados y amantes de las abejas en general se han cuestionado que el ataque sufrido haya sido producido por abejas (apis mellifera), dado que este tipo de sucesos son muy raros y poco frecuentes, a no ser que antes se haya manipulado o atacado a la colonia de abejas.
Luis Pérez Ventosa, presidente de la Fundación Amigos de las Abejas, duda que «el ataque haya sido de abejas y posiblemente su autor sea otro himenóptero, aunque es cierto que en ocasiones se puedan producir ataques por enjambres instalados en falsos techos, paredes o salidas de chimenea, al tratar de ser eliminados por cuenta propia de forma inexperta sin acudir a especialistas y sin las debidas precauciones». Precisamente, coincidiendo con la salida de los primeros enjambres de la temporada, hace unos días la Fundación Amigos de las Abejas publicó un artículo sobre el modo de actuar en el caso de detectar un enjambre.
Para Luis Pérez la clave está en si dejaron clavados los aguijones. «Si es así, no cabría ninguna duda: serían abejas y han atacado porque alguien, un apicultor seguramente, las habría tocado recientemente para extraer miel o para realizar algún enjambre, pues si no las abejas no pican. Esto es así, y lo sabemos todos los apicultores. No sería la primera vez, ni la última, que abejas atacan a paseantes y el motivo no ha sido otro que su excitación o irritación por su manipulación apícola».
El presidente de la Asociación Española de Apicultores, Miguel Ángel Casado ha coincidido también en señalar que el suceso de Toledo es «un caso muy raro porque incluso cuando hay un enjambre que ha salido de una colmena con una población de hasta 20.000 abejas volando juntas no pica. De hecho los apicultores, recogen sin careta y guantes un enjambre ya que, en esos momentos, las abejas tienen el buche lleno y no pueden doblar el abdomen para picar».
«Un ataque así, sin causa aparente, por abejas no lo había oído casi nunca. Sería prácticamente imposible», ha insistido, «ya que un enjambre se suele posar a un metro y medio de altura, no en el suelo, a diferencia de las avispas, que pueden hacer nidos en el suelo. Además, ha recordado que las colmenas no pueden estar pegadas a un camino sino, dependiendo de la normativa autonómica, a unos 50 metros de distancia de media.»
«En todo caso», ha admitido Miguel Ángel, «si son abejas, puede ser que los afectados no fueran expertos y encontraran una caja de colmena y la abrieran sin protección por curiosidad.» Por ello, ha subrayado la importancia de que los no apicultores no se acerquen a curiosear a las colmenas que están señalizadas y, si observan un enjambre, avisen Guardia Civil o Bomberos o a apicultores, quienes llevan el traje de apicultor, con buzo, careta y guantes de piel o látex.
Por su parte, el presidente de Apicultores Ecológicos Asociados, Jaume Cambra, ha coincidido también en que los ataques espontáneos de abejas a personas sin manipulación son «rarísimos y poco frecuentes pero pueden producirse en alguna circunstancia». A su juicio, si el ataque ha sido producido por abejas de apiarios, están señalizados y si se ha tratado de abejas silvestres «es aún más raro, porque cuando son más agresivas es cuando el apicultor manipula la colmena».
Cambra ha precisado que cuando un enjambre sale de una colmena y se va, se cuelga en una rama o un arbusto hasta que se reubica y, en ese tiempo pueden pasar unos dos o tres días. Así, ha añadido que cuantos más días pasan, más nerviosismo pueden acumular las abejas. En todo caso, ha reiterado que «nunca un enjambre va a atacar por sí mismo» y esta sería la respuesta a que alguien lo haya tocado, le tire una piedra o algo similar. «Cada año recogemos un montón de enjambres en el campo y la ciudad y raramente sale una noticia de este tipo», ha reiterado, al tiempo que ha comentado que, entre las posibilidades, se puede producir porque un agricultor pase por el tractor delante de un nido y las excite, ya que a las abejas no les gustan las vibraciones.