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ANUARIO 2019 «Por qué son importantes las Abejas»

ANUARIO 2019   AGRICULTURA FAMILIAR EN ESPAÑA   UPA  «Porque son importantes las Abejas»

Dentro del Anuario 2019, que publica la organización La Unión de Pequeños Agricultores y Ganaderos (UPA), entre las paginas 125 a 128 aparece un articulo  que hace referencia a la importancia de las abejas.

En este artículo, la Fundación Amigos de las Abejas expone las grandes y vitales aportaciones que hacen estos insectos a la agricultura mediante la polinización de las plantas. Tras una amplia información sobre lo que representa el sector apícola, expone los graves problemas que les afectan y que amenazan a las abejas con su extinción. Trata en concreto los efectos del cambio climático, que altera el hábitat de estos insectos, y algunas graves enfermedades, como el ácaro Varroa destructor, que es hoy su principal amenaza.

¿Por qué son importantes las abejas?

Las primeras plantas surgieron en el agua hace aproximadamente 1.500 millones de años; eran algas unicelulares que poco a poco fueron evolucionando para adaptarse a la tierra firme. Lo hicieron y se desarrollaron hace aproximadamente 500 millones de años, y tan solo hace 150 millones de años aparecieron las plantas con flores y frutos.
Estas plantas necesitaban ayuda externa para que sus flores fueran fecundadas con polen de otras flores de su misma especie y producir el fruto o semilla que permitiera su reproducción. Este tipo de plantas, para atraer a insectos y pequeños vertebrados, segregan en sus flores un jugo dulce, el néctar. Con el néctar atraen a dichos animales al tiempo que depositan sobre sus cuerpos cientos de pequeños granos de polen. Al ir de una a otra flor de su misma especie, estos insectos depositan involuntariamente en ellas los granos de polen, permitiendo la polinización o fecundación de la flor.
Este fenómeno, tan sencillo a primera vista, trae asociado unas consecuencias inmediatas y de gran trascendencia, como son la formación del fruto y la semilla, que le servirá al vegetal para perpetuar su especie, al tiempo que sirve de alimento a multitud de insectos, aves y mamíferos.
Los primeros polinizadores fueron escarabajos, moscas y pequeños vertebrados. Cabe decir, por tanto, que el síndrome floral de la polinización ya estaba bien establecido cuando aparecieron las abejas.
Las abejas :  A partir de las avispas, surgieron hace aproximadamente 100 millones de años las primeras abejas, que se especializaron en buscar y alimentarse de néctar y polen. No obstante, lo más importante de las abejas es que desarrollaron especializaciones o adaptaciones en sus cuerpos a esta función, lo cual las llevó a ser los polinizadores más eficientes de la naturaleza.
Las abejas melíferas evolucionaron a partir de las anteriores hace unos 50 millones de años. Su característica principal es el mantenimiento de su reina y gran parte de su población durante el invierno, almacenando para ello gran cantidad de reservas, convirtiéndose en un polinizador muy especializado y eficiente. Su importancia es vital para el mantenimiento de la biodiversidad. Gracias a la polinización que realizan las abejas se forman los frutos y semillas de más de 250.000 especies de plantas diferentes. Estos productos sirven para la reproducción de las propias plantas al tiempo que alimentan a gran cantidad de animales, incluido los seres humanos.
Actualmente, existen más de 20.000 especies diferentes de abejas conocidas. Las hay solitarias y sociales, grandes de más de 4 centímetros, como la Megachile pluto recientemente documentada, y pequeñas de pocos milímetros como la Trigona minima, de 2,1milimetros, pero las más representativas y conocidas son las abejas de la miel Apis melifera.
Su importancia para la agricultura Según la FAO, la cantidad y calidad de ciertos alimentos ricos en micro-nutrientes, como frutas, hortalizas y semillas, dependen de, y están directamente relacionados con, una polinización adecuada de los mismos, (más del 75% de los cultivos alimentarios del mundo dependen en cierta medida de las abejas).
Las abejas y otros insectos polinizadores mejoran hoy en día la producción agrícola de los pequeños agricultores en todo el mundo, pero para la supervivencia de estos insectos necesitan recursos adecuados para alimentarse, lugares con abundante polen y néctar de las flores. Requieren un lugar para anidar y para comer, y un entorno natural favorable.
Entre la infinidad de insectos que participan en la polinización, la abeja melífera es, con mucho, la más eficaz. Si hace varios años de cada cien insectos visitadores, las abejas melíferas constituían el 70-80%, hoy día, debido al progresivo retroceso de las especies polinizadoras salvajes a causa de las condiciones ambientales, el porcentaje alcanza el 90-95% de todas las visitas de insectos. Por lo tanto, se puede considerar a la abeja como una profesional de la polinización.
Haciendo un recuento, vemos que, en una colonia de medianas dimensiones, viven unos 60.000 individuos, de los que 2/3 (unos 40.000 aproximadamente) salen todos los días a por polen y néctar, con una frecuencia diaria de 15 ó 20 viajes, durante cada uno de los cuales visitan de 30 a 50 flores. Si hacemos los cálculos, resulta que, para una sola colonia, se alcanza en un día la magnitud de millones de flores visitadas diariamente.
Si consideramos, por experimentos realizados, un radio medio de trabajo de 1.500 m, cada colmena se encargaría de 700 hectáreas de terreno. Si además tenemos en cuenta que cada flor cede néctar a la abeja en cantidades que se miden en miligramos, para cada kilo de miel hacen falta cientos de miles de visitas. Este rápido repaso nos puede dar una idea de la magnitud del fenómeno.
La agricultura es la primera y auténtica beneficiaria de los servicios prestados por las abejas. Su contribución en términos económicos es realmente significativa, hasta tal punto que la renta directa de la apicultura (miel, cera, polen y otros productos) pasa a un segundo término.
En España, los cultivos sometidos a polinización por abejas son principalmente los árboles frutales (almendro, melocotonero, cerezo, ciruelo, manzano, peral,…), las leguminosas forrajeras (alfalfa, trébol,…), las cucurbitáceas (melones, pepinos, calabazas, calabacines, berenjenas,…) y otros cultivos hortícolas (fresas, frambuesa, espárragos, zarzamora, tomate,…), las plantas para la extracción de aceite (girasol, colza,…), las fibras textiles (lino, algodón,…), entre muchas otras.
Esa relación es solo una lista parcial de los vegetales que dependen necesariamente, o al menos se ven favorecidos, por la acción polinizadora de las abejas. De hecho, resultaría más sencillo citar solo los vegetales que no se ven beneficiados por la acción de las abejas.
Problemática actual:  Según los estudios realizados por investigadores de todo el mundo, más del 40% de las especies de insectos están en peligro de extinción. Entre ellos están las abejas, tan importantes y necesarios para mantener la biodiversidad de los ecosistemas terrestres. Su número está disminuyendo de forma alarmante en todo el planeta, y algunas especies de abejas ya figuran en la lista de especies en peligro de extinción. Este descenso es sobre todo consecuencia de las actividades humanas.
El cambio climático provocado por la emisión de gases de efecto invernadero, junto con otras causas no menos importantes, ha obligado a los científicos a levantar la voz de alarma, anunciando una extinción masiva de biodiversidad.
Si continúa la subida de temperaturas globales, en menos de un siglo se terminará con gran parte de las especies vegetales y animales del planeta. La subida del nivel del mar está provocando que algunas islas del pacifico dejen de ser habitables. Las inundaciones de las zonas costeras se irán incrementando al mismo tiempo y ritmo que se derriten las capas de hielo polar.
Aunque el cambio climático es un factor importante, no es el único que determina la pérdida de biodiversidad que está sufriendo el planeta. La deforestación salvaje de selvas tropicales en América, África y Asia provoca la fragmentación de hábitats, y conforme se reducen éstos, se reduce la capacidad de la Tierra para sostener su herencia biológica y gran número de insectos y plantas desaparecen sin haber sido tan siquiera conocidos y catalogados por el ser humano.
La contaminación que generamos en fábricas y ciudades provoca montañas de desechos sobre la tierra, islas de basura sobre los océanos y gases tóxicos en la atmósfera. Ello provoca la alteración de ecosistemas y hace que muchos seres vivos no puedan adaptarse y terminen desapareciendo.
La sobreexplotación a gran escala de especies vegetales y animales para consumo humano, hace que se usen grandes cantidades de insecticidas y herbicidas que destruyen insectos y plantas que consideramos erróneamente como improductivos, pero que existen por derecho propio sobre la tierra y forman una cadena de biodiversidad.
Por último, la introducción de especies exóticas hace que estas especies foráneas compitan y a veces eliminen especies nativas destruyendo el equilibrio ecológico existente.
Las abejas en un escenario adverso:  Todo ello provoca la ausencia de un hábitat adecuado para las abejas y otros polinizadores, produciendo una disminución continua de los mismos, poniendo en peligro la polinización suficiente de los cultivos y por consiguiente la cantidad y calidad de los alimentos que producimos. Actualmente, gracias a las intensas campañas de sensibilización realizadas por todas las organizaciones y asociaciones relacionadas con el medio ambiente y las abejas, se ha conseguido una moratoria para la venta de algunos insecticidas muy perjudiciales para los insectos polinizadores, incluso su prohibición en algunos países de la UE. No obstante, para las abejas melíferas y los apicultores el mayor problema actual sigue siendo el ácaro Varroa destructor, un parásito que llegó a España en la década de 1980, procedente de otra especie de abeja, Apis cerana, que convive con dicho ácaro en equilibrio. Sin embargo, nuestra abeja Apis mellifera iberiensis no conoce ese parásito, por lo que no sabe defenderse y muere. De adulto, este ácaro se engancha a las abejas como una garrapata absorbiendo su hemolinfa y materia grasa, debilitándolas y transmitiéndoles enfermedades. Para reproducirse, el ácaro se encierra en la celdilla junto a la larva de una abeja, cuando ésta es tapada por una fina capa de cera. La nueva abeja nace ya debilitada y enferma junto con nuevas Varroas. Mediante tratamientos, los apicultores controlamos la Varroa, que vive encima de las abejas. Sin embargo, estos tratamientos resultan poco eficaces sobre las que se están reproduciendo en el interior de las celdillas tapadas. No hay que olvidar que estos tratamientos deben ser inofensivos para unos insectos y mortales para otros, y además deben ser no contaminantes para los productos apícolas. Por ello se necesitan hacer tratamientos continuos para limitar su daño, convirtiendo a las abejas en insectos fármaco-dependientes, pues si no se ponen varios tratamientos al año, se mueren.
En España, se aplica el Plan Integral contra la Varroosis, que obliga a realizar como mínimo un tratamiento anual en el período que marque cada comunidad, con un medicamento autorizado y bajo la supervisión del veterinario de la explotación. La erradicación total de este parásito en la colmena es prácticamente imposible, ya que siempre quedará alguna hembra en alguna colmena, o en los enjambres silvestres. La realidad y la experiencia obligan a los apicultores a realizar tratamientos sistemáticos casi continuos para mantener la infestación del ácaro a un nivel aceptable.
Por último, está el problema de las nuevas especies invasoras, como la Vespa velutina,  también llamada “avispa asiática” por su procedencia, una gran depredadora de abejas.
El cambio climático, la contaminación, los virus y otras enfermedades oportunistas que debilitan a nuestras abejas, hacen que la situación de las mismas sea preocupante.
Qué se puede hacer:  Las soluciones a estos problemas son complejas. El futuro del planeta y de la humanidad está en juego, requieren de un cambio de modelo social, que deje de esquilmar el planeta, que respete los recursos naturales, pues si no cambiamos nosotros el mundo que conocemos cambiará y pondrá en peligro la supervivencia humana.
Se necesita un replanteamiento de las prácticas agrícolas actuales, en particular una reducción seria en el uso de pesticidas y su sustitución por prácticas más sostenibles y basadas en la ecología, con el objetivo de revertir las tendencias actuales y permitir la recuperación de las poblaciones de insectos. Las prácticas recomendadas incluyen mantener algunas zonas conservando su hábitat natural, reducir o cambiar el uso de pesticidas, respetar los lugares de nidificación y plantar cultivos atractivos para los polinizadores en setos, barbechos y baldíos.
Los gobiernos deberían apoyar y fomentar una agricultura más diversificada y depender menos de productos químicos tóxicos con el fin de facilitar un aumento de la polinización, lo que redundaría en una mayor cantidad y calidad de alimentos. Con ese objetivo, la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la FAO han desarrollado el Código Internacional de Conducta para el Manejo de Plaguicidas, que proporciona un marco sobre las mejores prácticas que pueden ayudar a disminuir la exposición de los polinizadores.
Iniciativas y proyectos de la Fundación: En la “Fundación Amigos de las Abejas” somos conscientes de que la implicación de la sociedad es fundamental para mitigar el efecto del cambio climático y conservar los insectos polinizadores, entre ellos nuestras abejas melíferas. Por dicho motivo, hacemos campañas de sensibilización tratando de movilizar conciencias en su defensa, asistimos a congresos, ferias, universidades, colegios, centros sociales, prensa, radio, TV y allí donde nos requieren para explicar su importancia, porque solo entre todos podemos enfrentarnos a este reto sin precedentes.
Disponemos de un pequeño Museo de las Abejas, que llevamos donde es requerido para exponerse, principalmente Centros de Educación Ambiental sin descartar otras ubicaciones, al tiempo que ofrecemos charlas y talleres en dichos centros, siempre de forma altruista.
Realizamos concursos de Pintura Apicola cuando disponemos de suficiencia económica. Esta iniciativa tiene como principal objetivo promover una cultura ambiental e incentivar la producción artística sensibilizando a la población en general a través del arte como motor para la transformación hacia nuevos valores de respeto y cuidado del medio ambiente y de las abejas. El último concurso fue realizado en Santiago de Compostela con motivo del VII Congreso Apícola Hispánico celebrado en el año 2014; se recibieron más de 50 obras de arte procedentes de toda España, que mostraban la enorme sensibilidad que los artistas sienten con la apicultura y el mundo de las abejas.
Tenemos colmenares de polinización en zonas degradadas de difícil acceso, donde existe un déficit de polinizadores locales, zonas que han sufrido incendios forestales recientes o de difícil acceso y donde la apicultura no es rentable. Se espera que esta mejora de la polinización repercuta en la producción de frutos y semillas de las plantas, las cuales contribuirán a la renovación de la cubierta vegetal y a la mejora de la alimentación de pequeños mamíferos y aves que, a su vez, son presas de otras especies, algunas de las cuales están protegidas.
Esos colmenares nos sirven también para dos cosas importantes. Por un lado realizamos visitas a los mismos para que las personas interesadas vean in situ la importancia del trabajo que las abejas realizan en el campo y comprendan su importancia. Y por otro lado desarrollamos proyectos propios sobre el control del ácaro Varroa, mediante nuestro colmenar sin tratamientos, ofreciéndolo para hacer prácticas sobre el mismo a equipos de investigación y universidades que lo deseen.
En la Fundación Amigos de las Abejas consideramos que la mejora genética de nuestra Apis melifera iberiensis es un proyecto fundamental, porque mientras no consigamos que nuestras abejas consigan por sus propios medios defenderse de la Varroa destructor tendremos una amenaza latente que obliga a los apicultores a hacer continuos tratamientos de desparasitación.
Colaboramos, en la medida de nuestras posibilidades, con otras entidades en un proyecto de investigación de abejas resistentes. La mayor ventaja de este proyecto es que, aun habiendo estudios sobre la selección del comportamiento (Varroa Sensitive Hygiene o VSH) en abejas, no hay estudios publicados sobre la selección de abejas con comportamiento VSH en la abeja melífera autóctona de la península ibérica (Apis mellifera iberiensis), ya que todos los estudios se han realizado con abeja melífera ligústica o italiana (la mayoría), carniola, buckfast,…
En el tema de recuperación de enjambres asesoramos a todos los que nos consultan sobre los mismos y tenemos una pequeña red de apicultores, que se han ofrecido a recuperarlos.
Hemos diseñado dos Rutas de Flora y Miel en zonas de la Sierra Norte de Guadalajara con el objetivo de hacer rentable el turismo ecológico y ambiental de una zona muy deprimida y despoblada de nuestra geografía, los Pueblos Negros de Guadalajara.
Estamos elaborando un catálogo/guía de colmenares tradicionales, tenemos un patrimonio apícola/etnográfico impresionante, pero que por desgracia se encuentra abandonado y completamente ignorado por nuestros gobernantes. Nuestro objetivo principal es darlo a conocer a las autoridades locales con el objeto de que realicen medidas encaminadas a su conservación y protección. Además, queremos fomentar el desarrollo rural de dichas zonas enseñando a guías locales los conocimientos necesarios para que sepan valorar ese patrimonio apícola y ellos valoren las posibilidades de visitas guiadas a los mismos.
Con ayuda de la Fundación Biodiversidad pusimos en marcha el proyecto de “Colmenas para el comienzo”. Su objetivo es incorporar nuevos apicultores y fijar la población de las pequeñas localidades que tanto abundan en nuestra geografía promocionando la apicultura como motor de desarrollo rural sostenible. El proyecto se dirigía a las personas que tras realizar un curso de apicultura decidían tener sus primeras colmenas. Se priorizaba a las personas en paro, residentes de localidades de menos de 10.000 habitantes. Se cedieron cerca de 300 colmenas en grupos de seis en seis, para que los beneficiarios pudieran realizar sus primeras prácticas reales; terminado el proyecto tenían la opción de quedárselas, y la mayoría de los apicultores se quedaron con ellas a un precio simbólico para mantener la actividad.
Por último, desde el año 2012 pertenecemos a la red de colaboradores de CONAMA y participamos de forma habitual en el Congreso Nacional de Medio Ambiente que se celebra en Madrid cada dos años.
Colaboramos con el grupo de asociaciones españolas que trabajan en la plataforma de Etiquetado Claro de la miel, que pide cambios en la normativa para que la etiqueta sea un reflejo fiel del contenido, impida el engaño al consumidor y redunde en beneficio de nuestros apicultores y por supuesto de nuestras abejas, porque podemos importar toda la miel del mundo, pero no podemos importar la polinización.
Conscientes de que es necesario trabajar en el ámbito de la Unión Europea para defender con más eficacia las abejas y otros polinizadores, formamos parte de un conjunto de asociaciones internacionales europeas, como Bee Coalitions, que trabaja a nivel europeo defendiendo normativas que no perjudiquen a los polinizadores.
Y finalmente participamos en Habitat+, junto con otras asociaciones, una iniciativa  seleccionada por la Fundación Botín para buscar soluciones al abandono del medio rural.
Queda por decir que la Fundación Amigos de las Abejas es una organización sin ánimo de lucro creada en el año 2007, que defiende las abejas mediante diversas actividades
ya comentadas, todas ellas realizadas por voluntarios, pues no tenemos empleados ni fijos ni eventuales. Los patronos de la Fundación dedican parte de su tiempo a desarrollar esas actividades como voluntarios, algunos estamos jubilados, y sentirnos útiles a la sociedad es nuestra mayor recompensa.

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Acerca del autor
Luis Pérez
http://www.abejas.org

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