What is a Beekeeper? ( fragmento) – Dorothy Brister – Extraído de la Gaceta del Colmenar – Nº 578- agosto/setiembre de 1990.-
A pesar del tiempo pasado desde la publicación de Dorothy Brister sigue teniendo una actualidad innata, los apicultores tenemos lo que algunos han denominado como “La fiebre de las abejas” una atracción que nos llama a cuidarlas, protegerlas y enseñar a los demás su importancia.
En estos tiempos de enorme dificultad para la apicultura, cuando flaquea nuestra fuerza por las dificultades de la profesión, cuando se nos mueren las colmenas, las floraciones se marchitan y cesa el zumbido de las abejas por el frio del invierno, recordamos una vez más las palabras de Dorothy para encontrar en ellas el estímulo y ánimo que necesitamos para continuar defendiendo a nuestras abejas.
Texto traducido de Dorothy Brister:
«En ninguna profesión existe gente como los apicultores. Somos una clase avanzada de especialistas que realizamos bien muchas cosas. No importa nuestra estatura, forma, color, edad o sexo. Además de ser apicultor uno debe ser carpintero, pintor y cuidador de todo. Se debe estar capacitado para construir, pintar, fregar, raspar, hervir y fumigar.
Somos optimistas de nacimiento. Pensamos ya en la próxima cosecha cuando tratamos de recuperarnos del fracaso de la última. Los apicultores somos testigos de las maravillas de la naturaleza; el milagro del nacimiento, la certidumbre de la muerte; la sensación de un orden dentro del todo…Un apicultor es la paciencia personificada cuando espera el aribo de una nueva reina, la salida de un enjambre o el llenado de un alza. Sabemos de la desesperación cuando una colmena revela enfermedad o nos encontramos con la muerte o un tejido de polillas.
Los apicultores tienen pasta de ser líderes, conferenciantes, maestros, árbitros. Deben estar dispuestos a mantener una mente permeable, capaz de absorber toda la información que se pueda conseguir y dispuestos también a pasar todos los conocimientos adquiridos a otros colegas.
En resumen, los apicultores somos todas estas cosas y muchas, muchas más. Con nuestra primera introducción a las abejas y sus picaduras, y tal vez una o dos colmenas, somos principiantes. Pero, si luego de poseer varias y recibir más picaduras -y tras varios meses o años- luego que hemos construido, trabajado, levantado y cargado, desalentado y estudiado, sintiendo las espaldas, quemándonos la cara al sol y aprendiendo a aceptar pérdidas, destrozos, fatigas y contratiempos -y aún sentirnos satisfechos, felices y orgullosos de nuestra profesión- entonces sí, somos APICULTORES.»
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