Las abejas fueron en su origen avispas que abandonaron la actividad depredadora para pasar al aprovisionamiento de polen, miel y colaborar en el cuidado de las crías. Estas avispas eran capaces de ingerir néctar y recoger polen y fue hace aproximadamente unos 100 millones de años cuando comenzaron a separarse de las verdaderas avispas predadoras. Se han encontrado abejas fosilizadas en resinas de muchos millones de años.
Las abejas sociales fabricadoras de miel del género Apis existen desde hace 10 a 20 millones de años, desde el Mioceno, mucho antes de la aparición del ser humano.
Estas abejas prehistóricas, durante millones de años de evolución, tuvieron que soportar sobre la tierra periodos de intenso calor y periodos de gélido frío. Su instinto de supervivencia las llevó a almacenar grandes cantidades de reservas para las épocas de escasez, al mismo tiempo que a defender dichas reservas de los depredadores de su época y zona geográfica, antes reptiles, dinosaurios y, mas recientemente, aves y mamíferos, entre los que se encontraba el oso de las cavernas y los propios homínidos.