La apicultura es la actividad dedicada a la crianza de abejas con el objetivo de aprovechar los productos que elaboran. Etimológicamente el término proviene del latín «apis» (abeja) y cultura (cultivo), es decir, la ciencia que se dedica al cultivo de las abejas o a la cría de las mismas. La persona que practica la apicultura se denomina apicultor. Las actividades que desarrolla el apicultor son distintas en función de las diferentes estaciones del año: durante el verano se trabaja con las abejas y la elaboración de los productos obtenidos, y durante el invierno el trabajo consiste en la preparación y mantenimiento del material para la siguiente temporada.
Las abejas producen fundamentalmente miel. Pero además de este edulcorante natural, también elaboran otros productos como la cera, cuyo uso fue muy habitual en la antiguedad en la fabricación de candiles o velas, o utilizada para la impermeabilización de maderas, cuerdas, cueros, telas, etc. Con el desarrollo de nuevas técnicas en la apicultura también se recolectan otros productos elaborados por las abejas, como el polen, el propóleo, la jalea real o el veneno de los aguijones (apitoxina).